miércoles, 22 de septiembre de 2010

And the winner is...

El viernes pasado fue la Gala Anual de Premios WEA o lo que vendría a ser lo mismo la versión Óscars de la Academia del sitio donde doy clases de español aquí en Newcastle.
Para que os ubiquéis os diré que es bastante parecido a un centro cívico en España, es decir, un sitio en donde puedes aprender las más diversas y variopintas cosas. Y cuando digo las más diversas y variopintas, realmente me refiero a eso. En WEA, al que la gente aquí llama “doubleiuiei” y al que yo llamo “Güea” -al más puro estilo Julio Iglesias-, puedes apuntarte a hacer un curso de...

Los clásicos:
• Idiomas: chino, indonesio, japonés, francés, italiano, español y lenguaje de signos. Una pena que no enseñen inglés, que a más de uno le haría falta un repaso.
• Deportivos, bailes y músicas varias: Aprende a escalar, Un día de kayak en el mar (este no lo entiendo mucho porque hay unas olas que no sé hasta qué punto el kayak puede ser aquí divertido sin tornarse mortal), Barranquismo, Danza del vientre, Pilates, Yoga, etc.
• Manualidades y arte: Pintura, Escultura, Redacción creativa, etc.

Hasta aquí todo normal. Pero luego viene la sección que a mi me gusta denominar...

“¿Qué te parece que pongamos este año como cursos? -calada- jajaja, sí, sí, eso está muy bien” o “A que no hay huevos de hacer un curso de...”

• Planifica tu propia boda DIY (Hágalo usted mismo). Este curso está de oferta y te sale por mitad de precio (el curso, que no la boda) si te apuntas por la web. Quien no se casa es porque no quiere, oiga.
• Los secretos de un buen peinado: la clave del éxito. No sabía yo que si no me comía el mundo era por mi pelo. Ahora mismo pido hora.
• El fondo de armario esencial.
• A todo el mundo le gusta un masaje en la espalda (sic). Qué razón.
• En la sección Esoterismo: Aprende a tirar las cartas del tarot.
• Y, mi absoluta favorita y novedad de este trimestre a la que ya auguro grandes éxitos y larga vida: ¡Haz tus propias 1/2 muñecas de porcelana vintage con borlas! Claro que sí, ¿quién no ha tenido un momento en que ha querido hacer sus propias medias muñecas de porcelana de estas que te miran como si fueran chucky y les brillan los ojos en la oscuridad? Adjunto resumen de lo que se hace en la aprende en la clase:
“Se coge media muñeca de porcelana -lo pone estilo receta de cocina, de verdad- se pinta a mano la cara, el cuello y el pelo. Se decora de cintura para abajo con borlas de 20 a 30 centímetros, con lazos y pedrería. Tiene un agujero en la cabeza para que la puedas colgar“

Me quedo más tranquila si tiene un agujero en la cabeza para poderla colgar, así la podré poner tras la puerta de entrada de mi casa y me ahorraré la alarma antirrobo.
En fin, esto es sólo un extracto de todo lo que se ofrece de cursos en este centro. Pero la temática de los cursos no es lo que nos ocupa en este post, aunque lo merezca.

El caso es que me invitaron a la gala de entrega de premios. El tema consiste en una gala en la que dan premios a los mejores estudiantes del año y a los mejores profesores. No sé cómo se eligen, aunque se supone que se extraen de los formularios que profesores y alumnos rellenan al acabar el curso. El cómo deciden qué alumno gana si yo le pongo un 10 a uno y otro profesor le pone otro 10 a otro, es un misterio insondable para mí.

Cuando me llegó la invitación por correo a casa, arrugué el morro: ponía que yo había sido nominada a un premio. Pensé: bah, esto es lo que ponen en todas las invitaciones porque si no, ningún profesor iría. Así que te dicen “te hemos nominado a un premio” y vas seguro, a ver si cae algo. Conmigo lo consiguieron. Otra cosa que me resultó atrayente fue el concepto de “Refreshments“ que ponía que se incluían en la gala. Refreshments quiere decir ni más ni menos que Refrigerios, palabra que hace treinta y cuatro años que nadie usa pero que a mí me ha alegrado traer de vuelta al mundo del hispano hablante. El caso es que mi cerebro pensó “me van a dar manduca y vinillo: vamos”. Así que cogí a Cris del brazo, que tiene mi misma manera de ver la vida y la misma atracción hacia las cosas gratuitas, y para allá nos fuimos.

Llegamos al Ayuntamiento de Newcastle donde se celebraba la gala y desde entonces todo fue un caer en picado. La sala era cutre, cutre. La peña se apelotonada alrededor de las brochetas de pollo y los rollitos de primavera de tal manera que hubo heridos de consideración por lograr el último. Y los Refreshments tristemente no incluían vino, ni cerveza, ni nada divertido. “¿Pero qué es esto?”, pensé, parafraseando a Sarita Montiel. “¿No estamos en Australia? ¿no le pega aquí la gente muchísimo a la botella?” Pues la respuesta es sí... y por eso mismo supongo que no pusieron cerveza gratis.

En fin, que nos sentamos con una copa de vino (pagada) y empezó la gala. Premios a estudiantes bla bla bla, premios a profesores de otro tipo de cursos bla bla bla. Y, tras un discurso interminable, durante el cual estuve apunto de irme a por la segunda copa, los premios de la categoría profesor de idiomas. Sobre los siete idiomas, había tres nominados: el profe de japonés, la de chino y ¨Chrin Segun Jak¨, manera en que el locutor decodificó mi nombre y dos apellidos: lo juro sobre mi media muñeca de porcelana con borlas, que se le caigan las borlas si no es verdad. Y entonces dicen el nombre del ganador..

- El profesooooooorrrrrr de... japonés.

Y en ese mismo momento maldije el sushi, el arigato, los origamis, los futons y todo lo oriental por extensión (y por desconocimiento) y me fui a casa sin premio, sin la consabida la foto con el director, de gran parecido con Steven Spielberg, como podéis comprobar...



... y sin la bolsa de cartón verde que le dieron a los ganadores, que sólo dios y ellos saben qué maravillas contenía.
Y sale el profe de japonés a por el premio y le digo a Cris:
- ¡¡¡Pero si no es japonés!!!
Y en ese mismo momento, con esa frase me descubro como la persona con peor perder del mundo. ¿Y qué tendrá que ver que no tenga los ojos achinados con que no enseñe bien japonés? y entonces me acuerdo irremediablemente de mi amigo Pepe.
Pepe una vez nos contó a Cris y a mí cuando aún vivíamos en España la historia de que en Australia había una valla que cruzaba el país de norte a sur y que separaba la zona en que había conejos, de la que no, dado que los conejos no son una especie autóctona australiana y se lo comen todo. Nosotros no le creímos cuando lo explicó y cuando coincidimos con un australiano en un bar, le preguntamos si conocía la existencia de tal valla. El australiano dijo que nunca en su vida había oído hablar de ella y Pepe, al ver desmontada su teoría, dijo: bueno, qué va a saber un australiano muerto de hambre. Dijo eso porque el chico australiano con el que hablamos, al que encontramos en un bareto después de cenar, se comió medio bocadillo que uno de nosotros dejó. El caso es que cada vez que contaba la historia Pepe añadía “el australiano muerto de hambre” igual que yo digo “el profesor de japonés que no es japonés“.

Dedico este post y mi “no premio“ a Pepe, que al final nos demostró vía wikipedia que la tal valla existe y hasta hay una peli sobre ella. Y te digo, Pepe, sospechamos que no sólo hay esta valla anticonejos porque el otro día echamos esta foto justo al lado de donde nosotros vivimos:

Y lo que es seguro es que hay otra en mitad del desierto, que se separa la zona en la que hay dingos (perros salvajes) de la que no. Ahí sí hemos estado.
El que tenga valor que se lea el nombre del pueblo aborigen para el que es sagrada la zona donde está esta valla

Me queda en el tintero hablar de cómo son mis clases de español y compartir algunas anécdotas. Os dejo para ir abriendo boca con una foto que tiene el WEA en su web, para que os hagáis una idea de lo bien que se lo pasa uno en los cursos.

¿Soy yo la única que piensa que esta mujer tiene cara de haber sido sorprendida con una cámara oculta?

martes, 25 de mayo de 2010

Puaj

Aún no he tocado el espinoso tema de la comida en Australia. Y tampoco voy a desvelar nada que ya no se sepa: la comida australiana es heredera de la comida inglesa y todos sabemos que la comida inglesa es igual a puaj. Pero no todo es tan malo, pasemos a analizar las luces y sombras de la comida aussie.

Las tres "B"
Una de las primeras cosas que a uno le dicen al llegar a Australia es que la cultura australiana esta basada en las tres "B": Beer, Barbecue and Beach (Cerveza, barbacoa y playa) y es una verdad como un templo. Lo mas típico de comer aquí es una BBQ. Es decir: pescado, carne y verduritas echas a la parrilla. En cada parque que se precie hay varias barbacoas de gas que apretando un botón te permiten cocinar. La barbacoa es toda una tradición y es "cosa de hombres", es decir, se hace la BBQ y, según me han contado, los hombres cocinan y las mujeres preparan cosas como ensaladas y postres. Esto, que es al más puro estilo "asado argentino": los hombres cocinan y las mujeres hacen otras cosas, sin embargo, no tiene lo bueno del asado argentino: esa carne espectacular y ese cocinarlo lento lento que estoy ya salibando sólo de pensarlo y ese chimichurri que madre mía del amor hermoso. Esperadme que para allá me voy el 26 de junio. Pero no nos desvíemos.
A mí las barbacoas me molan. Quiero decir que todo lo que sea juntarse a comer al aire libre con tinto o cervecilla de por medio me parece un acierto de base. Y además, aquí, el tiempo acostumbra a acompañar. El hecho de que sea cosa de hombres, me parece fenomenal: yo me siento con un tinto y a esperar. Hasta rima. Así que muy bien, australianos.

¿Bistec con sabor a bistec? no, gracias
Vamos ahora tratar el tema supermercado. Lo primero que llama la atención es los 500 mil tipos de patatas fritas, noodles en lata, baked beans y cualquier cantidad de comida congelada y precocinada que hay. Las legumbres ni las conocen y absolutamente todo lo que te pidas en un restaurante va a tener una salsa (o dos o tres) al lado. Los australianos parecen alérgicos a que las cosas sepan a si mismas. Pero, para bien, al no tener una cocina propia muy elaborada en cualquier supermercado encuentras todo lo que necesitas para hacer platos italianos, españoles, tailandeses, indios, japoneses, etc.
Eso sí, si quieres comprar alcohol te tienes que ir a una tienda de licores (que está siempre puerta con puerta con el supermercado). Cosa un tanto sorprendente teniendo en cuenta lo que le pega esta gente a la botella, que es bastante.

Asúcaaaaaaar

Donde sí que tienen cosas ricas es en repostería: una típica es la pavlova, que nos la hizo una amiga australiana una vez y aún tengo sueños recurrentes. Es de lo mejorcito que he probado en mi vida a nivel postres. Podéis ver aquí de qué se trata.

Otro clásico es las ANZAC biscuits, unas galletas que las mujeres de los soldados australianos y neozelandeses en el frente hacían para enviárselas a sus maridos durante la Primera Guerra Mundial. Como ni se sabe lo que tardaban en llegar las galletitas por aquella época, tenían que estar hechas de algo que no se pusieran malas. De ahí que los ingredientes básicos sean harina, avena, coco, azúcar y mantequilla que, además, era lo que por aquel entonces se tenía al alcance en cualquier casa.
Aqui podéis ver una fotillo de un día de elaboración de las galletas:
Las hicimos cuando vino mi familia a verme y se las envíamos a la familia de Cris. La intención no era testar si llegaban buenas al cabo del tiempo, sino simplemente tener un detalle...pero tardaron mes y medio en llegar así que, al final, se demostraron dos cosas: uno, que las ANZAC biscuits aguantan lo que les eches (nos aseguran desde Argentina que estaban buenas) y, dos, que el servicio de correos es similar al del la Primera Guerra Mundial. Vaya tela.

Otra cosa de jalar que esta bien rica es la fruta en general. Los mangos se llevan la palma. Yo puedo decir que no supe lo que era un mango hasta que me vine aquí. Buenísimos y baratos. Con el calor que hace por estos lares, entenderéis que la fruta es un primor, sin querer con ello desdeñar a la huerta murciana, ¿eh? pero es que las peras y las manzanas las tengo ya muy vistas. Además, como estamos en lo que vendría a ser la otra punta del mundo, hay un montón de frutas que no habíamos visto en la santa vida como la Dragon Fruit, que es así de pintona y sabe a mora:


O el Durián, que es así de feo y sabe a cebolla podrida:





Nos hemos propuesto probar toda las cosas nuevas que veamos y eso a veces pasa factura. Un día en el super vimos el durián, con esos pinchos que tiene que parece que la madre naturaleza te quiere decir a gritos "no comas esta mierda". Desafiándola, lo compramos igual. La dependienta nos preguntó:
-¿Lo habéis probado alguna vez antes?
-Mmmmmmm... no.
Y puso cara de "lo vais a flipar" al tiempo que se le escapaba una risilla floja y le marcaba el código de barras en plan "a joderse que ya lo he marcao" .
Lo ponemos en una bolsa de plástico: la bolsa de plástico se rompe. La bolsa de plástico también parece querer darnos un mensaje al que no hacemos caso. Llegamos a casa. Melissa, una de nuestras compañeras de piso, estadounidense y que vino en sustitución de Tim, nuestro doctor sydneysider (así es como se les llama a los oriundos de Sydney) que se volvió a salvar vidas a Sydney, nos mira y nos dice arrugando el morro:
- ¿Eso es un durián?
- Sí.
- ¿Lo habéis olido?
- Mmm...sí.
- ¿Y no huele mal?
- No.
- Ah, pues entonces es que no está suficientemente maduro.
Así que resulta que que no sólo compramos algo que a la mayoría de la gente le resulta asqueroso, ¡sino que encima lo compramos verde!. Y para más inri en estado óptimo "tiene que oler mal". Efectivamente estaba repugnante. En fin, se ve que cuando esta maduro huele tan mal que en algunos sitios de donde es originario se prohibe la entrada con-durian (esto no es broma). Lo podéis ver aquí. cotilleando por internet he encontrado la siguiente descripción, tras la cual poco puedo añadir:
"Es como comerse una crema de vainilla en una letrina, y su olor se puede describir como excremento de cerdo, barniz y cebollas, todo mezclado con un calcetín sudado".
Yo no sé si diría tanto... pero me quedo con el mango.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Thanks, mate

He tardado casi siete meses en decirlo, porque quería asegurarme bien primero, pero ahora ya no tengo dudas: los australianos son tremendamente amigables, amables y educados. A continuación os pongo unos ejemplos, como dirían las mejores películas de Antena 3 los domingos a mediodía, "basados en hechos reales".

Caso 1 o "Una sonrisa, no cuesta nada"
Voy caminando por la calle un día hacia el trabajo y me cruzo a una señora desconocida.

Señora desconocida sonríe al cruzarse con Trini.
Trini sonríe.

Sigo caminando. Me cruzo con un hombre de mediana edad desconocido.

Hombre de mediana edad desconocido sonríe.
Trini sonríe y se asegura de tener la bragueta del pantalón abrochada, no tener pasta de dientes alrededor de la boca (no sé por qué, esto me pasa a menudo), ni una teta fuera al estilo Janet Jackson en la Superbowl. Negativo. Todo en orden.

Sigo caminando. Me cruzo a una chica desconocida.

Chica desconocida sonríe y dice: ufff, qué calor hace hoy, ¿eh?
Trini: Uy, sí, y yo vestida de negro. (Lamentable réplica, lo sé, pero tengo pocos recursos).

*En España, sólo los majaras y las quinceañeras que chatean por el móvil con el noviete sonríen mientras van por la calle.

Caso 2 o "Que pase usted un buen día"

Llego al supermercado, compro y me dispongo a pasar por caja.

Cajera: ¿Qué tal llevas el día hoy?
Trini piensa: Pues nada, me parece que estáis un poco pirados todos los australianos y como no estoy acostumbrada a tanta amabilidad pues tengo la sensación de que en cualquier momento váis a sacar una catana y acabaréis con mi vida.
Trini dice: Muy bien, relajado.
Cajera: ¿Algún plan para esta tarde?
Trini piensa: ¿Por qué? ¿Si te digo que me voy a ir a dar una vuelta me entrarás a robar a casa?
Trini dice: Nah, nada en especial.
Cajera: Pues nada, que tengas una fantástica tarde.
Trini piensa: ¡Púdrete en el infierno! a mi no me la das con queso.
Trini dice: Gracias, maja, tú también.

*En España, la del súper solo se dirige a ti si tiene que pedirte que le dejes registrarte el bolso. En cualquier otro caso, lo máximo que te dice es: 37 euros con cincuenta, o ni eso si es del supermercado Día.

Caso 3 o "Ya me encargo yo de que te lo pases bien"

Quedo con unos amigos españoles, Núria y Mariano, en un bar. La camarera viene, nos pide qué queremos tomar, nos lo sirve y se va. Al rato, vuelve y nos dice:
Camarera: Chicos, vosotros no sois de aquí, ¿verdad?
Trini: No.
Camarera: Os quería sugerir un par de cosillas por si estáis por aquí el fin de semana. Resulta que es el Sydney Festival, así que se va a liar parda en Sydney, hay un montón de música y cosas guapas que ver. Así que, si no tenéis plan, ya sabéis, os podéis acercar.
Trini-Núria-y-Mariano-con -lágrimas-en-los-ojos: ¡Gracias!

*En España, si quieres enterarte de qué actividades hay por la zona, te vas al quiosco y te compras La Guía del Ocio.


Caso 4 o "Turista, eres bienvenido"
Me acerco a un mapa de la Universidad de Newcastle para ubicarme y saber dónde ir. Una señora se para y me pregunta si me puede ayudar.
Núria y Mariano sacan un callejero de Newcastle en mitad de Newcastle y más de una persona se para a intentar ayudarles.

*En España, te ven con un mapa y te roban el bolso.

Caso 5 o "Es de bien nacido ser agradecido"
El 80% de la gente que se sube al bus que cojo cuando voy a la Uni, cuando se baja del bus, se acerca al conductor y le dice:
- Thanks, mate (Gracias, amigo) o similar.
El que no se acerca, le grita "gracias" desde atrás mientras lo saluda con la mano.
El 20% restante, lo tengo comprobado, no son australianos.

*En España, lo máximo que interactúas con el conductor es para decirle "Puertaaaaaa" si no te la abre cuando te quieres bajar.

Caso 6 o "Encuentra una mano amiga"

Voy con una amiga a un centro comercial, entramos en el párking y buscamos una plaza libre. Mi amiga le hace una señal a una señora que está de pie delante de un coche y le pregunta el clásico: ¿vienes o te vas?
La señora se acerca a la ventanilla corriendo y nos dice: Ay lo siento, chicas. Acabo de llegar, disculpad. Pero he visto otro sitio libre cinco coches más allá.
Amiga de Trini y Trini: Gracias.

*En España, la misma situación hubiera acabado con la señora haciendo un gesto de "NO"con la cabeza sin ni siquiera mirarnos o, en caso de acercarse, sería para robarnos algo de valor del coche.

En conclusión: que sé que esto de generalizar no es bueno, porque las generalizaciones son muchas veces injustas. Pero también, para qué engañarnos, se basan en algo. Y aquí, generalmente, la gente es así de amable. Al principio da miedo, la verdad, pero luego se empieza uno a sentir a gustito.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Hohoho hehehe hahaha

Cris: Marta (hermana mía), ¿qué es lo que más te ha gustado de tu visita a Australia?
Marta: Los bichos.

Oh, sí. Qué sabia es mi hermana. Si tuviera que decir yo qué es lo que más me ha sorprendido de este país en los 5 meses que llevo aquí, sería sin duda la fauna y los paisajes.
Sí señor, en Newcastle me siento en absoluto contacto con la naturaleza. Pero quitaros de la cabeza la imagen que os está viniendo de mí al más puro estilo Blancanieves, con los brazos en cruz y los pájaros posados en mí, porque aquí los pájaros no van de ese rollo:




Este pajarito, del que desconocíamos la existencia hasta que me robó el bistec, ha resultado ser una de las aves más famosas de Australia: la cucaburra reidora.

No nos habíamos fijado nunca en él, pero desde este episodio, empezamos a prestar atención a nuestro alrededor y empezamos a ver cucaburras* en todos lados: un fenómeno parecido a cuando te ponen gafas, que te das cuenta de que TODO EL MUNDO LLEVA GAFAS... pues lo mismo pero en modo pájaro-roba-chicha.

Para que os hagáis una idea de lo famoso que es el bicho: en toda tienda de souvenirs que se precie, al lado del canguro y el koala de peluche de turno, está la cucaburra. Hay pósters, postales, camisetas, tazas y bolis de la cucaburra a tutiplén. De hecho, es el pájaro emblema del estado en que vivimos: New South Wales. Y, mirad qué hay en la portada de la guía que mi hermana se compró antes de venir a Australia:
La Gran Barrera de Coral, parte del callejero de Sydney y ¡la cucaburra reidora!

Este animalillo no es famoso por convertir tu comida en su buffet libre, sino que es muy conocido aquí por emitir un ruido extremadamente parecido a la risa humana, con el que podéis deleitaros aquí:


Con este aterciopelado y sutil cantar nos despiertan las cucaburras a Cris y a mí en mitad de la noche una media de dos veces por semana. La primera vez que lo oímos pensamos que era una pelea de gatos, la siguiente, que era alguien gritando horrorizado. Por lo menos, ahora sabemos que no hay delitos de sangre en nuestro vecindario sino que todo se debe a que lo tenemos plagado de cucaburras, lo cual me encanta, porque este bichejo es 100% Australia: 100% extremo. 50% me alucina y el otro 50 % me acojona: como todo lo que hay aquí.

*Nota del autor: No confundir la cucaburra reidora con el cucanejo común, nombre acuñado por nosotros para denominar a las cucarachas con tamaño de conejo que hay por aquí. Fóbicos a los insectos, abstenerse de venir a Australia.

lunes, 25 de enero de 2010

Inglish pitinglish. Volumen II: La fuerza del destino

Ahhh, todo el mundo recuerda esa gran canción de Mecano, de nombre La fuerza del destino, que para los que os perdieráis el temazo, podéis ver aquí. Y de paso ver a Penelope Cruz y a Ana Torroja en sus años mozos que, al coincidir con los ochenta, se convierte en algo digno de Halloween.

Seguramente muchos de vosotros habréis experimentado alguna vez la sensación de que suceden cosas en la vida que parecen querer dirigirle a uno hacia un punto. Vamos, que sientes como que "la fuerza del destino, uh, uh," te empuja a hacer algo. Bien, pues algo así me ha pasado estos días. Pero tengo que tirar un poco para atrás para que esto tenga un sentido, lo cual me permite enrollarme, que siempre es un placer para mí.

Con un poco de suerte, os acordaréis que en el primer volumen de Inglish Pitinglish, hablé de la Salvation Army, esa asociación cristiana protestante a la que iba una vez por semana para aprender inglés. Pues bien, en un momento dado, cuando encontré trabajo, me vi obligada a dejar de ir, con el consiguiente dolor de corazón.

La última clase a la que fui se me clavó en el alma. Bruce, recordemos que era el hombre que manejaba el cotarro docente, lo que vendría a ser el capitán de la nave de la enseñanza, decidió hacer un monográfico de "Aprende a hablar en inglés por teléfono". La clase empezó con "La importancia del buen uso de las páginas amarillas", prosiguió con "Números de emergencia a tener en cuenta" y terminó con "Caso práctico".

Bruce: ¿Algún voluntario para el caso práctico?
Trini-no-me-pierdo-esto-por-nada-del-mundo: Yoooooo.

Brian, otro abuelete voluntario, me lleva con él a una sala contigua donde me da un guión en que tengo que hacer de usuaria de servicio teléfonico que se queja por un problema con la línea. Quien más, quien menos ha tenido 300 problemas con los servicios de telefonía en su vida, así que tiro del método Stanislavski recordando alguno de mis rifirafes con ellas y me imbuyo en mi papel. Mientras, Bruce prepara en la clase el altavoz del teléfono y reparte (atención) un teléfono fijo conectado a nada a cada alumno, para que (textual) "cuando yo marque algún número, lo marquéis todos conmigo". La interactividad la inventó Bruce.

Con un teléfono inalámbrico intentamos Brian y yo llamar a la clase, pero no funciona. Se desestima la opción porque resulta que es el teléfono inalámbrico del que tienen en la clase, con lo que al estar un poco lejos, ya no alcanza la señal. La técnica se nos pone en contra. Pero cuando uno tiene ganas de aprender inglés nadie lo para a uno, así que nos vamos a la cocina, que está en la misma sala que la clase y, de hecho, tiene barra americana sin pared de por medio y llamamos.

Trini-saca-el-lado-pragmático: Brian, pero si estamos justo detrás de ellos (si soplaba, les llegaba el aire al cogote) por qué llamamos?
Brian-nena-échale-imaginación: mmm... bueno, el juego es para aprender a entender a alguien por teléfono.
Trini: es verdad.

Así que hicimos el ejercicio y, después de mi actuación, el resto de chicos me recibió con un cálido aplauso. Tras varias pruebas más con otros voluntarios, concluímos la clase con nuestro querido doble del doctor Greene de Urgencias, que es otro de los voluntarios, perpetrando a la guitarra su nunca bien ponderado tema "El abecedario en inglés".

Cosa de dos meses después de esa última clase en la Salvation Army, mientras mis queridas hermana y madre estaban por aquí, fuimos a Nelson Bay, un pueblo chachi-piruli de playa, a unos tres cuartos de hora en coche al norte de Newcastle. Allí andabamos por una zona de bares y restaurantes dando una vuelta y nos paramos a ver a un chico que cantaba para amenizar al personal en el día de Sant Esteve, que aquí también es festivo y es el denominado Boxing Day. ¿Y quién era? ¡¡¡¡Era el doble del doctor Greene!!!! muy fuerte. Cris le pidió una canción que tocó con mucho arte. Aquí lo podéis ver:


Él no me reconoció, porque en la clase éramos unos 20 y, total, yo fui tres veces, pero a mí me hizo pensar en esas risas que me echaba yo en la Salvation Army con Bruce, Brian y toda la panda de outsiders inadaptados que caemos ahí.

Después de eso, volvimos a Newcastle, a la rutina después de las vacaciones y todo transcurría con normalidad, hasta que ayer, antes de entrar a currar en el restaurante, abro el buzón y veo un paquete. Me quedo estupefacta porque tiene mi nombre y apellidos escritos correctamente, que es algo que NO PASA NUNCA NI EN ESPAÑA NI MUCHO MENOS AQUÍ. Pienso que es de España, pero resulta ser de mi querida Salvation Army. Dentro, un diploma que acredita mis siete horas y media de clase con ellos:



Y otro diploma que acredita las dos horas y media de clase con ellos de Valentine P. que podéis ver aquí:

El porqué me envían a mí el diploma de Valentine, que no tengo el placer de conocer, lo desconozco. Adjunto al diploma, viene un libro envuelto con papel de navidad y un folletillo en que me recuerdan que las clases empiezan de nuevo el 8 de febrero tras el parón por las vacaciones de navidad-verano. Mientras desenvuelvo el libro pienso: "que sea una novela, que no sea en plan secta, que sea una novela, que no sea en plan secta". Pero no: el Nuevo Testamento, en inglés. Qué monos.

Dejo todo el merchandising en casa, sonrío y pienso: quizás tendría que volver a las clases ahora que puedo. Llego al restaurante y ¿quién entra por la puerta? el doble del doctor Greene con su novia y una pareja de amigos. No me lo puedo creer. Tengo cada vez más claro que alguien quiere decirme que vuelva, ¿no?

En fin, que ya estaba 80% convencida de volver, cuando esta mañana, voy con mi querida amiga austriaca Ulli a los Ocean Baths, unas piscinas con agua de mar que hay aquí, a nadar un poco y ¿a quién me encuentro? (¡todos juntos!) al doble del doctor Greene.

Bastaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Seas quien seas y estés dónde estés, te digo: volveré el ocho de febrero a la Salvation Army, me ha quedado claro, deja de enviarme al Dr Greene que ya lo he pillado y digo yo que este hombre querrá dejar de perseguirme para hacer su vida.

PD: Por cierto, cuando lo he visto hoy, me ha preguntado: ¿te conozco de algo, no? a lo que le he contestado: sí, de la Salvation Army, de Nelson Bay, donde mi novio te pidió que cantaras 'Piano Man', y de ayer por la noche en el restaurante Bocados. "Ah", dice el doble del doctor Greene sin poder evitar poner cara de eres-una-psicópata-y-me-persigues, "pues soy Daniel, encantado".
"Yo, Trini".

miércoles, 6 de enero de 2010

Es mi obra maestra

Un día llego a casa y me encuentro a Tracy, nuestra compañera de piso, hongkonguiense de nacimiento, residente en Australia desde hace ya ocho años, con una sonrisa de oreja a oreja. Orgullosa, me muestra un plato con una cosa informe, que alcanzo a catalogar como "algo de comer". No va la tía y me dice: Today I cooked tortilla! / Hoy he cocinado tortilla.

Miro a Tracy, miro el plato, miro a Tracy y sonrío.

Trini: Great, Tracy / Genial, Tracy.
Tracy: Cristian helped me / Cristian me ha ayudado.

Miro a Cristian. Fulmino a Cristian. Clamo al cielo venganza. La venganza viene unas líneas más abajo.

Tracy me tiende el plato para que lo pruebe. La pruebo: patata dura, cebolla cruda y, encima, sosa. A lo sumo catalogable como huevos revueltos con patatas, que es lo que hace todo el mundo cuando la tortilla le sale mal o fatal. Eso quien puede, porque también está al que se le cae por el fregadero, que hay casos, pero no pienso decir nombres a no ser que se me pida imperiosamente con 100.000 comentarios*.

Trini: Well done! / Hija mía, ya te vale. (nótese que hay algunas diferencias entre lo que realmente quiero decir y lo que acabo diciendo en inglés)
Tracy-a-tope-con-la-cultura-española: E mi obla maestla.
Trini-con-los-ojos-como-platos: Jajajajajaja.
Tracy: Does it have any sense? / ¿Tiene sentido lo que he dicho?
Trini: Of course! / En español, no.

Pero Tracy era consciente de las carencias que su tortilla tenía. Por más que uno sea de Hong Kong, uno sabe cuando su tortilla está mal (???¿¿¿). Y desde entonces la hemos cocinado juntas un par de veces más, llegando a la excelencia tortillerapatatil. Aquí lo podéis ver:


Aunque parezca mentira que la tortilla pueda resulta exótica, en Newcastle lo es. Se ve que Tracy es mirada con envidia cuando en su trabajo desenfunda el tupper con la tortilla. Vivir para ver.

Ahora creo que mi querida Tracy ya puede volar sola y hacer tortillas sin mi ayuda. El problema de esto es que al ver que la estándar ya no es problema para ella, se ha animado y tiene en mente reinventarla. El otro día me sorprendió con un "¿Y si en vez de patata, le echamos arroz?" que me temblaron las orejas. Mira que hay cosas que echarle a la tortilla , que si jamón, que si atún, que si bacalao y la muchacha quiere que cambiemos patata por arroz.

Trini: Sí, claro, Tracy, cambiamos la patata por arroz, el huevo por leche y la cebolla por canela y hacemos arroz con leche en vez de tortilla de patata, no te jode.

Adivinad qué frase de este post no dije en realidad...

* vale, fue Cristian.

martes, 10 de noviembre de 2009

Mi deporte favorito

Ni surf, ni boomerang, ni nada de eso. Mi deporte favorito es, desde el domingo, el ski biscuit (o galleta-esquí). Sí, lo sé, el nombre es absolutamente ridículo, pero no os podéis llegar a imaginar lo guay que es.

El domingo pasado fuimos con el jefe del jefe de Cris al Lago Macquire. El Lago Macquire está cerca de casa, a una media hora en coche, y es, según el jefe del jefe de Cris que, por hacerlo fácil, llamaremos por su nombre, Glenn, el lago de agua salada más grande del hemisferio sur. Toma dato. Yo no lo he corroborado, que conste.

Glenn tiene un barquito. Esas típicas cosas que sólo puede tener jefe supremo pero que mola que lo tenga el de uno y no el jefe del vecino. Este hombre, Glenn, es tan sumamente enrollado que se ofreció a darnos una sesión de esquí acuático en el lago. Ahí fuimos con nuestro inseparable Joseba, que concretamente dejó de ser inseparable esta semana porque se volvió a Bilbao. Joseba, sólo te voy a decir una cosa: "txalaparta, eskerrik asko, pintxo, kaixo, aupa, agur". Tú ya me entiendes.

Decía que íbamos con Joseba a lo que pensábamos que sería una sesión de esquí acuático de gente que sabe hacer esquí acuático y que, a lo sumo, nosotros podríamos intervenir un poquillo. La sorpresa fue cuando quedamos con Glenn y viene él solo con el barco. Y digo literal con el barco porque la gente aquí tiene una casa lo suficientemente grande (sobretodo si tienes dinero para "barco", has tenido antes dinero para "casa grande") para poder remolcar el barquito y aparcarlo en tu garaje, que es más grande que cualquiera de las casas en las que he vivido yo en mi vida.

Saco cuentas y me percato de que si vamos en el barco con él solos Joseba, Cris y yo, y Glenn es el que conduce porque nadie más es patrón de nada... quien hace esquí acuático somos nosotros y sin anestesia! aggggghhhhhh!

Foto de Cris aguantando el barco como quien sujeta a su perro con la correa antes de zarpar. Sí, esas gafas de sol le dan un toque castigador.

Zarpamos y llegamos a una parte que en jerga marinera se conocería como: en tol medio del lago. Entonces, Glenn nos explica de qué va el tema del esquí acuático. Esquema-resumen de sus indicaciones:

- Dice que es complicado poder mantenerse a flote la primera vez que lo haces, que él no pudo.
- Dice que hay que rodear con los brazos las rodillas, flexionadas con los esquís puestos, bloquear los talones para que no se muevan y mantener esa relajada postura hasta que el barco mismamente te empuje y ponga de pie sobre las aguas. Al contrario de lo que pueda parecer, Glenn afirma que no hay que intentar ponerse de pie porque (textual) "eso ya saldrá de forma natural". Me entra la risa floja.
- Me provee a mí de un traje de neopreno. Miro el traje que me alarga y es como el que usaría Chabel. Gleen, ante mi cara de estupefacción por el tallaje, me asegura que "el agua en determinadas caidas haciendo esquí se puede meter a las chicas por sitios no deseables". Me lo pongo en menos de lo que se tarda en decir "chimpún". El traje, que es de su novia, es aproximadamente dos o tres tallas menor de lo que están acostumbradas mis sinuosas curvas. De largo tampoco me va, así que me lo dejo por la cintura, lo justo para cubrir la zona "donde el agua no debe entrar". La imagen (por suerte no hay espejos alrededor) debe ser algo así como una morcilla de Burgos a medio confeccionar.
- Y "hala, eso es todo".

El primero en saltar es Joseba, tras explicarle yo jocosamente a Glenn que los de Bilbao son conocidos por ser los más fuertes de España, cosa que en ese momento me fue de perlas para endosarle el primer puesto. Joseba, que es un tío recio y no se amilana ante nada, se tira al agua y...¿no va el tío y tras unos intentos consigue aguantar un ratillo? qué hombre. Chapeau.

El siguiente es Cris, que ya la primera vez se medio incorpora y aguanta algún segundillo. Se me nubla la vista no sé si por amor o por falta de riego sanguíneo a causa del traje.




Llega mi turno y me tiro al agua, lo intento dos veces, me espatarro, trago agua y asumo que soy torpe y que no me gusta (el esquí acuático, lo de ser torpe ya lo tengo asumido). Este vídeo se titula: "Sirena varada".



Así me desenvuelvo con la cuerda, os podéis imaginar cómo soy cuando tira el barco.

Entonces, sacó Glenn la cosa más genial que he visto en tiempo: la ski biscuit. Es como una colchoneta con forma de galleta redonda, que flota y tiene varias asas. Se ata al barco con una cuerda, se pone el barco a toda castaña y tienes que intentar no caerte de la misma.

Se puede también hacer por parejas, momento que puedes aprovechar para putear al contrario, hacerle piquetes de ojos, darle codazos, patadas ninja, etc. con el objetivo de que se caiga. Vamos, muy a lo Humor Amarillo pero en versión australiana.



Fui la primera en estrenarla y me lo pasé en grande. Cuando volví al barco le comenté a Glenn que ese era mi deporte favorito desde ese momento y él me confirmó lo que yo ya temía: de momento no es olímpico y es el típico que lo haces desde que tienes tres años porque "no requiere ninguna habilidad". "Ahhh -pensé- es perfecto para mí". Sé que debe ser la hermana australiana de la clásica salchicha que se veía en mis años mozos en en playas españolas, pero francamente me da igual: amo el ski biscuit.

Glenn: Cómo te lo has pasado, Trini?
Trini: Muy bien.
Glenn: Eres una yonqui de la adrenalina.
Trini: Ohhhh, yeaaaaah.



Trini y "galleta", juntas para siempre.